Pepito

Una mañana temprano cuando la nana llegó a la hacienda en el autobús se sorprendió de que Pepito no fuera a saludarla. Él siempre lo hacía. Por lo que empezó a llamarlo ___¡Pepito, Pepito!___ y fue a buscarlo. Se dirigió con ansiedad hacia la alberca que estaba llena de agua, pero de repente, vio a la perrita de pelaje amarillo corriendo con desesperación alrededor de la pileta de los lirios acuáticos. Ella acercó la mirada y oyó un triste gemido. Ella divisó de entre la lenteja de agua una cabecita amarilla con blanco luchando por mantenerse fuera del agua. Ella vio a Pepito tratando de salir y resbalando dentro del agua. Ella se precipitó hacia la pileta tan rápido como pudo, lo alcanzó dentro del agua y sacó al pobre animalito todo empapado. Al infeliz, cubierto de lenteja de agua y algas, temblando de frio y temor, apenas le quedaba un poco de aliento dentro de él.