“Corren los días de la conquista Romana, las ciudades que han sido sometidas, aún con su nuevo yugo, se adaptan y prosiguen su vida.
Partiendo desde un pequeño poblado de la Provincia de Aquea (Grecia), que mira hacia el mar Egeo, donde las fincas desafían los despeñaderos. Y es precisamente en una de estas fincas donde inicia esta historia.
Un grupo de maleantes pretende realizar un gran secuestro, sobre todo de mujeres, para ser vendidas en el mercado negro, además de obtener un considerable botín ya que se trata de una familia opulenta. Valiéndose de un espía que se ha introducido en la vida familiar de estas personas, el cual se encarga de preparar todo para dar el golpe definitivo. Nadie desconfía de este personaje, porque se ha ganado la estimación y confianza de todos.
El guardia que esa noche le había tocado custodiar la playa, fue sorprendido en un ataque inesperado por el que consideraba un amigo de la familia. Una fría daga entro en su cuerpo… el hombre siente que la vida se le escapaba pero cuando ve lo que en realidad está sucediendo, su terror es mayor. Así que hace un esfuerzo sobrehumano, y se arrastra por la arena. Antes de jalar la cuerda que haría el llamado de alerta, pide a todos los Dioses de la Guerra que le permitan vivir ¡vivir! ¡Para matar con sus propias manos al traidor!
Darius, el dueño de esta finca, y sus dos hijos se apresuran a defender su hogar, haciendo frente a los invasores. La batalla comienza en el mismo jardín que un momento antes fuera tan placentero. Su joven hija, Amara corre sin soltar a su madre de la mano, buscando llegar hasta el refugio. Pero les sale al encuentro el traidor, que sabe de antemano a donde se dirigen.
El malvado se apresura a jalar a cuanta mujer llega hasta el lugar, para luego sellar aquella puerta que las separaba aparentemente del peligro. Amara y su madre presienten que no están seguras, y dudan de la forma en que se conduce este hombre. Cuando Amara lo cuestiona, por qué de la tardanza para salir de ese pasadizo, su lúgubre sonrisa le da la respuesta, y al abrirse aquella puerta quedan a merced de los piratas. Como fueron saliendo, las fueron amarrando de las manos con una cuerda. Los piratas pretendían hacer más rodeo del habitual, no solo para despistar a las embarcaciones que los perseguirían…sino para evitar alguna sorpresa con los rápidos galeones Romanos.
Aquellos días eran de guerra constante por los territorios, y los más temibles y crueles resultaban estos conquistadores que día con día avanzaban en su dominio.
El vigía del barco en medio de los humores del licor, alcanza a ver que se perfilaba un barco en el horizonte…parecía un fatal presagio. Una repentina tormenta, los sorprende. La furia del mar hace crujir al barco…y por huir se dirigieron al centro del infierno.
El traidor está decidido a no perder a su presa principal y las saca de las galeras, toma la mano de Ariadna jalándola hasta una pequeña balsa, y la arroja dentro de ella y ya iba a subir a Amara cuando el amarre se rompe, y la balsa cae al mar. Desesperado se lanza hacia abajo. Amara grita enloquecida… no tuvo tiempo de pensar, el crujido del barco es aterrador cuando se parte en dos partes. Amara se agarra a un pequeño barril. Horas después, flotaban por todos lados los restos del navío, los cuerpos eran jalados con lanzas largas, para ver si aún se podía hacer algo. Encontraron a Amara aferrada al barril y la suben al poderoso galeón Romano.
En la finca… todo era dolor y agonía en los sobrevivientes. Día con día luchan para recuperarse, pero la ira y la desesperación ahora es parte de su vida. Toda esa familia esperaba su turno, si los Dioses lo permitían, recuperarían a sus seres queridos y cobrarían la afrenta.