COMIENZA EL JUEGO
El día en el colegio había sido extraño, Claudia no había
prestado atención en clase y en muchos momentos se le habían
escapado las lágrimas imaginándose a todos sus compañeros
llegando a casa y pudiendo abrazar a su padre y a su madre
como una familia totalmente unida y feliz. También se imaginó
a ella misma viajando con su padre por lugares exóticos y
lejanos. Conociendo a todo tipo de gentes, viendo toda clase
de animales en selvas salvajes y probando extrañas comidas
en aldeas perdidas y remotas.
Cuando llegó a casa aún tenía los ojos enrojecidos y seguía
con la imaginación en lejanas tierras. Quizás fue por ello que
cuando entró en la habitación y soltó la mochila no se dio cuenta
que Pepito, la marioneta con el brazo roto, tenía un sobre en
su mano buena. Claudia se fue al cuarto de baño a lavarse la
cara sin ver el sobre, se preparó la merienda y se puso a ver
sus dibujos animados favoritos. Tras un rato viendo la tele y
habiendo disfrutado de una buena merienda, Claudia volvió a
su habitación, sacó los libros de la mochila y se dispuso a hacer
los deberes. Al poco rato Claudia escuchó un leve ruido a su
espalda, se extrañó y miró hacia atrás, donde estaban Asno y las
marionetas. Claudia vio el sobre en la mano de Pepito y se quedó
extrañada, se levantó, lo cogió arrugando el entrecejo y lo abrió.
Sacó una nota que había en su interior y comenzó a leer:
“Hola Claudia, eres una niña que siempre nos has tratado
muy bien, y no nos gusta verte triste porque nosotros también
nos ponemos tristes, ¿te has fijado que el burro hoy sonríe
menos?”
Claudia miró a Asno, el burro, que seguía con su enorme
sonrisa de siempre.
“Queremos ayudarte, pero primero necesito que tú me ayudes
a mí. Mira como tengo mi brazo izquierdo. Si consigues que
me lo arreglen te invito a un juego en el que seguro que nos lo
vamos a pasar muy bien”.
Claudia miró de nuevo a Pepito, cogió el brazo que le colgaba
del hombro e intentó colocárselo, pero el brazo se volvió
a desprender. Cogió la marioneta y fue al salón, donde su
madre, que trabaja en casa, tecleaba rápidamente algo en el
ordenador.
- Mamá, mira cómo está el brazo de Pepito, ¿me lo puedes
arreglar?
– ¿A ver? – Dijo Marta cogiendo la marioneta.
Trató de enganchar el brazo con los hilos que le colgaban pero
se volvía a desprender, lo intentó una y otra vez, pero se sentía
incapaz de arreglarlo.
- ¿Sabes lo que podemos hacer? – Preguntó Marta mirando
a Claudia, que la miró arqueando las cejas negando con la
cabeza.