¡Hemos llegado!... Estamos en la gran ciudad, la cual será la meta de una más de nuestras charlas… Nos rodean personas diferentes, cámaras, periodistas, entrevistadores, investigadores, curiosos, noticieros, todos quieren preguntar; disparan flashes, hacen tomas, fotos vienen fotos van, es el deseo de querer informar, de querer saber primero, que quieren decir los personajes que acaban de llegar. Estos son los presentadores que nos quieren mostrar, quieren mostrar al mundo de los desamparados, los aburridos, los de sin techo y sin hogar; que somos los que quieren cambiar el mundo, son los lideres ante ellos, para los que desean cambiar de vida y a nosotros los que queremos cambiar hasta la humanidad…
… Vamos sonrientes, somos una unidad, nos rodea la gente, todos, muchos de cerca quieren estar, nos aman sin vernos, tocarnos es el ideal, vernos de más cerca, es que no saben mirar. Y al mirar las caras sonrientes, de estrechar manos callosas, arrugadas, marchitas, envejecidas entre el tiempo y la necesidad; de estar apretados entre el conglomerado que desea saber de cómo parar la guerra, es que ya no hay que comer, de cómo me salvo de esta, no tengo nada para hacer; disparan fotos, se miran cámaras, son los rostros de la gente que desea en verdad cambiar y miro la desesperación de la gente, entre más rica una nación más miseria, angustia y soledad entre sus habitantes. Son los ojos vacíos que miran sin ver, son las caras angustiadas de los abandonados del poder; es el pueblo entero, los llamados Hijos de Dios, huérfanos del estado y la suerte, que desde que nacieron, el mundo los fregó…
… Y en medio de la gente, de los que miran sin ver, al mirar hacia adelante, es un joven mozuelo que con sus ojos negros, que son vacíos, que son tan fríos, que son indiferentes; es un hombre joven común y corriente, demasiado joven para matar, me mira, es el representante de la muerte que también se ha hecho presente y esos ojos negros me miran con tanta frialdad que ni siquiera hay odio en su mirada, que no hay odio en el amor que siente por mí; solo odia con amor la vida ajena, con la indiferencia e incomprensión ante las ideas que en nada sabe comprender y que le pagan acallar…
… No me odia con su amor, pero es su misión que ya yo no vuelva a hablar y en medio de mis amigos, veo que me apunta con su arma, me debe callar… Y solo sale un rayo de fuego, un disparo casi mortal, que se mete en mi pecho, en donde la muerte se aprovecha, se mete luego, eso es ‘pa’ya’… ¡Aprovecha este orificio!… Se mete por ahí, me quiere llevar… llevarse la muerte no mis ideas, pero si mi vida con mi historia, mi experiencia y mis recuerdos que comienzan en su etapa final, rápido comienzan a aflorar… ¡Como he vivido!... ¡Voy a expirar!... Solo que en dos instantes pasan mis recuerdos con mi historia, esas vivencias que con mi muerte, mi vida terminara… lento… despacio… me iré… muy lento… y como duele recordar ahora… todo lo vivido… como duele recordar… esta es mi historia… Es el comienzo del final… de una historia… que son solo el recuerdo… para comenzar a olvidar…