Utilizando un lenguaje sencillo, a veces crudo pero tristemente realista, se describen por medio de una serie de anécdotas, ejemplificadas con pequeñas orugas, apenas unas cuantas de las muchas experiencias vividas por el autor en las áreas de Recursos Humanos a lo largo de más de 30 años de trabajo en empresas de diferentes tamaños, ramos y sectores.
Anécdotas que nos muestran el maltrato laboral disfrazado de liderazgo, como una constante que igual se presenta en los sectores público y privado; en empresas grandes y pequeñas, incipientes o tradicionales, familiares o transnacionales.
Muchas de las instituciones en las que se estudia para administrar al elemento más importante en las empresas, consideran al personal simplemente como uno más de los factores de la producción; sin poner siquiera la más mínima atención en el ser humano sensible y emocional.
Son relativamente muy pocas las empresas que en verdad se preocupan por dar un buen trato a sus trabajadores; perdiendo con ello la oportunidad de construir un ambiente favorable que genere la mayor productividad al mejor costo.
Las organizaciones constantemente se encuentran en la encrucijada entre capacitar jefes o desarrollar líderes; que les ayuden a alcanzar sus objetivos, sin descuidar el cumplimiento de su misión y visión, pero sin ignorar y mucho menos pisotear sus valores organizacionales.
Desgraciadamente apenas unas cuantas empresas logran cumplir el objetivo.
Son muchas las empresas que presumen contar con una filosofía institucional y tener sus valores bien definidos; pero son apenas unas cuantas las que realmente viven esos valores y aún menos las que los ponen en práctica.
Es necesario romper paradigmas y en la medida de lo posible desterrar la tantas veces mal aplicada frase de “El fin justifica los medios”, pues a causa de ella frecuentemente se ha lesionado la salud emocional, mental, familiar y social del trabajador.
En el ámbito laboral son muy pocas las afortunadas ocasiones en las que la autoridad formal y el liderazgo natural confluyen en un mismo camino o en una misma persona.
Puede resultar muy fácil definirla, pero es también muy difícil de ejemplificar y aún más complicada para poner en práctica la tan trillada y tantas veces mencionada “conducta empática”; que tanto se llega a ofrecer o presumir y la cual debiera asumir un buen jefe ante su colaborador.
Este libro busca sensibilizar a todas aquellas personas que siendo o no profesionistas, ejercen o están interesados en llegar a ejercer una posición de supervisión o liderazgo dentro de cualquier tipo de organización.
También se pretende al menos intentar modificar sus actitudes negativas e insensibles y ayudarles a desarrollar un estilo de liderazgo que les convierta en el verdadero ejemplo a seguir, que arrastre no solo a sus colaboradores y compañeros, sino incluso a sus superiores.
Deseo que este libro siembre en toda persona que lo lea, la semilla del buen trato, que es tan fácil de resumir y recordar con la simple y antigua regla de platino:
“Trata a los demás como te gustaría ser tratado”
Todo aquel que ocupe o pretenda llegar a ocupar una posición que involucre la supervisión de personal dentro de cualquier tipo de organización y que adicionalmente busque obtener el sincero reconocimiento de sus colaboradores o incluso de sus compañeros de trabajo, como un verdadero buen líder; debe no solo poseer sino además poner en práctica varias competencias y habilidades.
Pero aun cuando son apenas unos cuantos los afortunados que nacen con todas esas habilidades y competencias plenamente desarrolladas; siempre existirá la posibilidad de que aquellos que no nacen con ellas, vayan aprendiendo y desarrollando dichas habilidades y competencias a lo largo de su vida laboral.
Sin embargo por encima de todas las competencias y habilidades, la piedra angular del buen liderazgo siempre estará cimentada en la sensibilidad.
Sólo aquellos líderes que cuentan con la capacidad y sobre todo con la plena disposición para entender, experimentar y poner en práctica lo que comprende la sensibilidad, podrán llegar a aproximarse a vivir la verdadera empatía.
Con ello podrán a su vez llegar a comprender y resolver las necesidades de los miembros de su equipo y de esta manera orientarlos, dirigirlos y motivarlos de una manera acertada para alcanzar cualquier meta que se propongan.